sábado, 29 de septiembre de 2012

El zapatero que escondió a Vicente Ballester

El número de escritos que existen sobre Vicente Ballester Tinoco (Cádiz, 1903-1936) no son pocos. De hecho este dato creo que es diametralmente opuesto a la gran indiferencia -y lo que es peor, desconocimiento-, que la ciudad de Cádiz tiene hacia su persona. Aquél que a raiz de su violenta muerte, hace ahora 76 años, fuera convertido en mito del anarquismo andaluz, había sobrevivido durante dos meses en casas de distintos vecinos de la ciudad que fueron dándole cobijo y protección frente a los golpistas.
Ballester, ebanista de profesión y autodidacta en el mundo de las letras -incluso llegó a dar clases de esperanto-, profesó el anarcosindicalismo de la mano de, entre otros, su compañero de trabajo José Bonat Ortega. Y si destacó, dentro de CNT, fue por los distintos cargos que llevó a cabo -sobre todo a partir de los años 30-, así como por su capacidad de reorganización, sin olvidar su papel en la Alianza Obrera Revolucionaria. Bien recordado es su papel unificador en el mítin de la plaza de toros de Cádiz, junto a Largo Caballero (UGT), el 24 de mayo de 1936.
Sin embargo este pequeño texto va dedicado a la última persona que lo escondió. En un terrorifico mes de septiembre de 1936 donde los fascistas campaban a sus anchas actuando con total impunidad, un humilde zapatero de la calle José Celestino Mutis tuvo oculto a una de las personalidades más respetadas en los círculos obreros y progresistas. Esta es parte de la Historia de Antonio Leal Aguilera y su familia.

Vicente Ballester se dirige al público que llena la plaza de toros de Cádiz. 24 de mayo de 1936.
Antonio Leal había nacido en 1893 en Medina Sidonia. Como la mayoría de las personas humildes de aquellos años, aunque no tenía estudios, sí sabía leer y escribir. Presumiblemente tras la realización del Servicio Militar, vino a instalarse a Cádiz puesto que sabemos que fue en 1913, con veinte años cumplidos, cuando comienza a vivir en la capital. 
Su jornal diario no ascendía a más de tres pesetas como humilde zapatero que era de profesión. 
Antonio se casó con Paula Cruz Mota, una chiclanera nacida en 1890 que no sabía ni leer, ni escribir y que ocupaba el día con los que haceres de la casa. A dicho matromonio Paula aportó dos hijas y un hijo de distintos matrimonios que había tenido con anterioridad. Las primeras se llamaban María y Juana Baro Cruz, nacidas en Chiclana en los años 1912 y 1914, respectivamente. Eran hijas del chiclanero Francisco Baro Tirado. Ellas tendrán un destacado papel la noche de la detención de Vicente Ballester. Por último estaría el pequeño Juan Montero Cruz que sí había nacido en Cádiz, en 1920, y que vivirá aquel triste episodio en plena adolescencia. Su padre fue Francisco Montero Pacheco que había contraído matrimonio con Paula en 1916 en Chiclana. No sabemos si Paula llegó a enviudar, rehaciendo su vida con Antonio Leal "el zapatero", o si hubo otro tipo de circunstancias. Sin embargo los documentos consultados nos vienen a indicar que tiempo después, ambos, o contraen matrominio, o por lo contrario hacen vida marital. Hecho, por cierto, muy extendido entre las clases bajas de aquel entonces.
Practicamente nada sabemos de nuestro personaje en años consecutivos ¿fue afiliado a CNT u otro sindicato o partido político? ¿qué le unía a Vicente Ballester? ¿amistad o simplemente admiración como suponemos ocurriría con muchos obreros de entonces? 
Fuera como fuese, el bajo derecha del número 9 de la calle Celestino Mutis fue el último escondite de Ballester tras el rápido aplastamiento de la defensa republicana de Cádiz. Sería la madrugada del 19 de septiembre. La descripción dada, a bombo y platillo, por Diario de Cádiz -convertido en aquellos días en vocero de los golpistas-, parece que busca la humillación del gaditano Ballester, así como se busca el escarmiento para otros ciudadanos que se vieran en la misma situación que Antonio Leal. En el texto podemos intuír los momentos de terror vivídos durante la acción:

"...El señor Aguilera Mata y el sargento Arista, penetraron, resueltamente en la casa, donde ya se conocía se encontraba escondido el Vicente Ballester.
El inquilino, el zapatero Antonio Leal, así como cuantas personas habitaban en la casa, negaron que allí se encontrara persona extraña a la familia, pero no obstante se efectuó un minucioso registro.
Los agentes fueron engañados cuando registraban la casa, habitación por habitación, pero aunque no daba resultado la búsqueda, se tenía la evidencia que allí se encontraba el que se buscaba.
Se les hizo saber a todos los de la casa la responsabilidad tan grave en que incurrían, especialmente el dueño, por lo que entró en todos el desconcierto y nerviosismo, delatándose ellos mismos en su complicidad. 
Los agentes penetraron en una habitación completamente a oscuras y dieron con Ballester en paños menores en el centro de la habitación.
Estuvo escondido bajo un colchón sobre el que fingian dormir dos mujeres.
Los señores Aguilera y Arista, pistola en mano, penetraron en la habitación con peligro de ser acometidos en la oscuridad, pero la rapidez con que llegaran impidió que Ballester pudiera atacarle y tratar de huir.
El gobernador civil al conocer este servicio, felicitó al comisario y demás agentes que intervinieron..."

Vicente Ballester y el zapatero que lo tenía oculto en su casa fueron trasladados a la comisaría más cercana. A la de la calle Virgili. Ni un día completo llegaron a estar allí. Tan sonada era la personalidad de Ballester en la ciudad y otros puntos de la geografía española, que se decidió su muerte aquella misma noche. Al día siguiente, a las cuatro de la tarde, sin juicio previo ni pantomima que se le pareciera, era asesinado en los fosos de las Puertas de Tierra. Antonio Leal corrió la misma suerte. El día 20 de septiembre eran enterrados en el Cementerio Católico de San José. 
Aquel 19 de septiembre será recordado, en silencio, por muchos gaditanos. Aquel mismo día son asesinados en los alrededores de la plaza de toros hasta un total de diez personas: José Cebada Soto, Pedro Conde Aguilera, Fernando Piña Sevilla, Ramón Real Jiménez, Inocencio Toro Franco,  José Valiente Andrades y cuatro más de los que se desconocen sus nombres.


* * *

La vida de Paula Cruz y sus hijos a partir de ese día quedaría marcada para siempre. Como ocurriría con tantos otros. Meses después seguirían viviendo en la misma casa. Y el joven Juan tuvo que alistarse, como todo aquel que alcanzaba los 18 años, al frente. Al llamado ejército nacional. A los sublevados que, en 1938, seguían sin poder acabar con una República que al final resultó ser más fuerte de lo que parecía. 
Juan Montero Cruz quedó alistado en el Regimiento de Infantería nº33 de Cádiz. No tuvo que ser fácil enrolarse en el mismo bando que, un par de años antes, habían fusilado a su padre. O al menos quien representaba esa figura en la casa de la calle Celestino Mutis. Sus hermanas, María y Juana, aquellas mujeres que, supuestamente, según Diario de Cádiz, dormían sobre el colchón que se ocultaba Ballester, aportaban a la casa un mínimo jornal sirviendo en un domicilio de la Plaza de Candelaria.
No es difícil hacerse a la idea del hambre y miseria que pasaría dicha familia a raíz del fallecimiento de Antonio Leal. Sería, por esta cuestión, por la que Paula asiste a la Junta Local de Subsidio al Combatiente a pedir una ayuda. Entre los documentos que aportó se encuentran los certificados del ayuntamiento y la diputación de no recibir ningún tipo de ayuda. Paula, madre en plena guerra, ocultaría su relación con el fallecido zapatero puesto que aquello le podría acarrear problemas y entregó el certificado de matrimonio con su anterior pareja, el padre de Juan: el chiclanero Francisco Montero.
Acabada la guerra el joven soldado tan sólo había comenzado una gran peripecia. Del Regimiento de Cádiz pasó al de Granada en octubre de 1939. Y de allí, siendo del Reemplazo de 1941, pasaría a la Primera Compañía del Tercer Batallón del Regimiento de Infantería nº 45 de Córdoba como tambor. El último documento que he encontrado lo sitúa de nuevo en Cádiz. Es 1942 y disfruta de un permiso. Sin embargo la situación de la familia de Antonio Leal "el zapatero" no habría cambiado mucho. Solicitan ahora la ayuda al Excombatiente y Juan Montero se declara pobre por encontrarse en paro obligatorio y no tener como mantener a su madre.

Fuentes Bibliográficas:
- Domínguez Pérez, Alicia. El verano que trajo un largo invierno. Quorum, Cádiz, 2005.
- Gutiérrez Molina, José Luis. Se nace hombre libre. La obra literaria de Vicente Ballester. Diputación de Cádiz, 1997. 

Fuentes Archivísticas:

- Archivo Histórico Municipal de Cádiz. Libro de padrones 1935.
- Archivo Histórico Provincial de Cádiz. Listado de Combatientes y Excombatienes.

2 comentarios:

  1. Muy bueno. santi.
    Lo pongo en circulación más allá de puerta tierra.
    Cecilio

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  2. Me parece estupendo. He intentado encontrar los descendientes de Juan Montero (hijastro del zapatero) para ver si existe alguna foto de Antonio Leal pero no ha habido suerte.

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