La
importancia de las Memorias: `La infancia´ (1).
Mercedes Formica, 1913-2002. |
Portada de ´La infancia´ (1987). |
Uno
de los fragmentos que más me ha llamado la atención pertenece al capítulo
segundo. Nos habla del tango gaditano. Aquel que tiene su origen en la
mezcolanza de culturas que se cruzan en esta Bahía, y que llega a tener tanta
fama ya en el siglo XIX que, en cualquier momento del año, qué digo del año,
¡del día! se canta, se baila y jalea si la situación es propicia. Y es así como
surge la siguiente historia y el personaje al que dedicamos este texto, Jesús
Sáez apodado Rakú (4). Pongámonos en situación…
Entre las matas del suspiro nacía un
murmullo.
- ¿Qué pasa?
- Es Rakú, que está bailando el tango
gaditano.
- ¡Dios mío! Que cierren los balcones. Que
las niñas no vean bailar a Rakú.
Hotel Parador Atlántico. Se divisaba desde la casa de los Formica. |
Rakú era de mediana estatura, rubio y
extraordinariamente simpático. Se llamaba Jesús Sáez, pero en aquella época
nunca supimos su verdadero nombre. Todos le conocían por Rakú, Apodo (sic) que le había quedado después de un suceso
que los enterados narraban de esta manera.
En el centro y con corbata, el auténtico Ra-Kú. |
Este de la
fábrica, subió al ring y el indio le dio más golpes que a una estera. ¡Vamos!
¡Que lo <<eslomó>>!
Desde aquel día, le quedó el nombrecito.
¡Ya se sabe! ¡La guasa! Entraba en la taberna, o en una reunión y todos decían:
<<Aquí viene Rakú>>.
Tras
una breve explicación física y social, así como la curiosa ilustración del apodo de Jesús Saéz, la autora nos
dibuja, casi sin proponérselo, una capital de provincias donde los
deportes de contacto jugaban un
papel fundamental en la sociabilidad de aquellos años. La escritora regresa a
la explicación principal: la prohibición de los adultos, en este caso de su
madre, a que pudieran ver el baile del tango gaditano y cómo se ejecutaba:
Cuando Rakú bailaba el tango gaditano, se
recogía la chaqueta hasta mitad de la cintura, sacaba el trasero, y se movía
con gestos lúbricos, propios del baile popular. No contento, se acompañaba de
una cancioncilla que comenzaba de esta manera.
Ponme
la mano aquí Catalina mía,
Catalina
mía…
- ¡Qué cierren las
ventanas! Que está bailando Rakú.
Los otros empleados aprovechaban la
ausencia de mi padre para jalear. Jaleaban todos. Sin excepciones. Hasta el
mismo encargado.
- ¡Arsa y toma!¡Arsa
y dale!
…Catalina mía. Catalina
mía…
Sin
embargo, antes de entrar en las líneas del texto que más nos han interesado,
incluimos un fragmento más donde nos sigue ampliando datos sobre “Rakú”. Al
parecer no solo fue un operario de la fábrica, un aficionado a la lucha cuerpo a
cuerpo y al baile por tangos, sino que, además, se ganaba la vida arreglando
todo tipo de estropicios en las casas de las familias adineradas. Formica, una
vez más, describe afinadamente ya no solo el quehacer de nuestro protagonista,
sino también la relación que guardaba con su madre, Amalia Hezode, y como ésta
no escatimaba en ofrecer su mejor vino al operario, así como la fijación y
atracción que el personaje ejerce sobre ellas:
Rakú tenía otra faceta. Cuando se fundían
las luces, o no funcionaba un enchufe, entraba en el piso muy serio, con su
traje de algodón bien estirado, acompañado de su caja de herramientas.
Maniobraba en los hilos y la luz se hacía.
Parecía un milagro.
- Que le sirvan una
copa de vino a Rakú.
- ¿De marca, señora?
- De marca.
Traían una botella de Agustín Blázquez y
Rakú bebía un vaso que consumía de un solo trago. Alzaba la cabeza y el vino se
deslizaba por su garganta. Una garganta tostada de piel clara.
La nuez de la garganta se movía.
Y de
pronto el relato se vuelve huidizo. Las ricas descripciones desaparecen para
entrar en un relato frío y cortante. Formica, sin avisar al lector, da un
salto en el tiempo de más de diez años:
Rakú murió. Durante la Guerra Civil.
- ¿Y no se puede
hacer nada por él? ¿No podemos salvarlo?
- Nada niña. Ya está
muerto. Fusilado.
- Pero, no podemos…
- Nada, niña. Ya
está enterrado.
¡Pobrecito Rakú! Con su traje de faena, su
buen humor, su valor indudable, y aquel tanguillo de letras imposible.
Ponme la mano aquí Catalina mía,
Catalina
mía…
Como
se suele decir nos deja con la miel en los labios. Formica, a continuación,
cambia drásticamente de tema y no indica nada más. Y esto que puede parecer
cuestión baladí, nos llama poderosamente la atención. Formica es una, de tantas
personas que, habiendo vivido el conflicto bélico dentro de los vencedores, si
bien podría explayarse, no lo hace. Y no solo no lo hace, sino que además
prefiere no ahondar en el suceso. Y eso que, según sus propias palabras,
estamos ante alguien de “valor indudable”. Vamos a profundizar algo más en el
tema. O al menos lo voy a intentar. Porque no se a ti, amable lector/a, pero sigo
pensando que la represión franquista en Cádiz se ha estudiado muy tarde y
todavía queda bastante por hacer.
La
labor de documentación
Del
personaje tenemos pocos datos: nombre, un solo apellido y el apodo. Con dicha
relación hemos consultado las bases de datos básicas cuando se pretende buscar
información sobre algún represaliado del franquismo en la ciudad de Cádiz. En
primer lugar, la de la historiadora Alicia Domínguez Pérez, así como el posterior
trabajo de José Luis Gutiérrez Molina, siendo ambas búsquedas infructuosas. Nos
decidimos entonces a profundizar un poco más y acceder a los archivos. Nada. No
nos han dado resultado los libros de registros de enterramientos del Cementerio
de Cádiz (8), ni la base de datos de El Penal del El Puerto de Santa María (9).
Al desconocer domicilio de nuestro personaje hemos seguido ampliando la
búsqueda hasta la cercana localidad de San Fernando, en la cual, semanas atrás
se ha presentado una nueva publicación de Miguel Ángel López Moreno sobre los
años de la República, golpe y posterior represión en dicha localidad. Tampoco ha
habido suerte. ¿Qué pudo ocurrir? ¿recordaría Mercedes Formica mal dicho
nombre? ¿Sería un dato erróneo provocado por el paso del tiempo? (10)
De
nuevo a las Memorias: `Visto y vivido´
La
vida de la autora a raíz del golpe de Estado del 18 de julio de 1936 se conoce
bastante mejor. La sublevación militar sucede cuando vive con su familia en
Málaga. Como decíamos en una nota al principio, unos años antes ha comenzado
sus estudios universitarios y desde 1933 está afiliada a Falange. Málaga se va
a mantener fiel al gobierno republicano por lo que Formica no se encuentra muy
segura en la capital andaluza. Tiene unos 23 años. Por suerte entre las obras
que publicó décadas después se encuentra otro libro de memorias: Visto y vivido. En dicha publicación relata sus vivencias durante la República, golpe y
primeros compases de la guerra (11). ¿Hará mención al operario Rakú? Vamos a
comprobarlo.
Portada de ´Visto y vivido´ (1982). |
No
obstante, en `Visto y vivido´, al llegar el discurrir bélico arrancado a
mediados de 1936, ¡oh, sorpersa!, la autora regresa a nombrar a nuestro
personaje. La obra está escrita décadas después de dicho acontecer histórico
por lo que lo hace con mesura, sin el acaloramiento de dicha situación. Pero
también no es menos cierto, que el contexto ha cambiado, e incluso la propia
Mercedes ha podido cambiar en su pensamiento. En una línea muy parecida a otros
coetáneos que en su madurez pusieron en negro sobre blanco sus vivencias,
intenta igualar a las víctimas de la represión de retaguardia en zona golpista,
así como las del lado del gobierno legal republicano. Nos habla de aquellas
madres que sufrieron el dolor que trae la pérdida de un hijo, vislumbrando
(¿justificando?) dos tipos: las de primera -madres de hijos/as asesinados por
la represión-, y las de segunda -madres de los ejecutores asesinos-. Formica
nos da una serie de nombres en recuerdo de esas madres de “primera” de ciudades
como Málaga, para la retaguardia republicana, así como Granada, Sevilla o
Cádiz, para la retaguardia sublevada. Y para Cádiz recuerda a Jesús Sáez, Rakú.
Planteamientos aparte que desarrolla la autora en su momento -y que son muy
significativos del tiempo en que se escribió la obra (12)-, por segunda vez lo
nombra, lo tiene presente. Pero habrá una nueva y, hasta donde sabemos, última
ocasión.
Nos
volvemos a poner en situación. Unas páginas más adelante, Mercedes y su familia
han conseguido huir de la Málaga republicana hasta llegar a la Sevilla de
Queipo de Llano. Su papel en la Falange -y más concretamente en la Sección
Femenina (13)-, es bien clara. Si es necesario visitará zona de trinchera como
ocurre en el asedio a Ronda por parte de las tropas sublevadas al mando de
Enrique Varela Iglesias:
“Las tropas nacionales tomaron al poco tiempo
la ciudad [Ronda], y la que había
sido delegada de la SF (sic) envió
recado […] para saber si Pilar
comprendía su situación. Con el propósito de darle la bienvenida, fui a
recogerla a las mismas trincheras, defendidas por la Bandera Zamacola, que
mandaba Stanislao Domecq.”
Y a
continuación un postrero dato sobre Rakú que, de forma involuntaria o no, puede
dar muchas claves sobre el final de nuestro personaje:
“De nuevo en Sevilla, el dolor de los amigos
muertos en el frente, los dramas de los más desamparados. El fusilamiento de
Rakú, cuando estábamos en Málaga…”
Vamos
concluyendo
Por
lo tanto, de ser cierta toda esta historia incluida de manera dispar en las
Memorias de Mercedes Formica llegamos a las siguientes conclusiones. El
asesinato de Jesús Sáez (a) Rakú sucedería entre la toma de la ciudad de Cádiz por
los fascistas y la huida de la familia de la autora de Málaga fechada el 24 de
septiembre. Es decir, nos encontramos en los primeros instantes de la Guerra
Civil que se ha iniciado con el fracaso del golpe de Estado del 18 de julio.
Desconocemos las circunstancias que rodearon el asesinato de Rakú pero es
bastante evidente que se sitúa en el llamado Terror caliente, dicho de otra
manera, entre la multitud de detenciones y simultaneas o posteriores
desapariciones incontroladas que sacudieron ciudades y pueblos de la
retaguardia sublevada. No debemos pasar por alto el detalle que indica que el
fusilamiento sucede cuando se encuentra todavía en Málaga. El dato nos habla
de, a pesar de las circunstancias de la guerra, la incomunicación, la censura
en la prensa, etc. llegaban, de alguna forma, noticias del otro lado del
frente. ¿Sería muy descabellado pensar que alguno de los huidos de Cádiz a
Málaga llevara la noticia hasta toparse con Formica? Al fin y al cabo, la
sierra norte gaditana, así como la propia provincia de Málaga se había
convertido en refugio para las personas que huían de los fascistas alzados en
armas en Cádiz. También creemos digno de destacar por parte de la autora la
capacidad de respuesta y/o acción, o el intento al menos, al tener conocimiento
de la desgracia: “¿Y no se puede hacer
nada por él? ¿No podemos salvarlo?”. En cierto modo, aunque en el relato primigenio
nos dibujó a una niña que preguntaba a sus mayores, la realidad era bien
distinta. Como señalamos en el verano-otoño de 1936 Formica contaba ya con 23
años, llevaba tres afiliada a Falange y, por qué no, desarrollaba alguna labor de
sabotaje en la Málaga leal a la República de donde, como vimos, se evadió a
Sevilla donde se encontró a salvo. Por lo tanto, si bien, los distintos
escritos apuntan admiración hacia el operario apodado Rakú, también es cierto
que se desprende pesar por la pérdida, así como incapacidad para resolver la
situación. ¿Hasta qué punto la interrogación “no podemos salvarlo” va dirigida
a sus mayores? ¿Quizás a sus superiores de rango falangista? ¿A altos mandos militares
sublevados o golpistas? (14). Temo que estas preguntas quedarán sin respuesta.
No obstante, me sigo cuestionando lo siguiente. De existir Jesús Sáez (a) Rakú,
¿dónde fue a parar su cuerpo?
Posible
hipótesis
Habiendo
consultado las distintas bases de datos de historiadores y entidades de la
bahía de Cádiz, así como libros del Cementerio de la ciudad, al cerrar aún más
el círculo de la fecha del asesinato -ya hemos comentado que debió ser anterior
a la huida de Formica de Málaga-, y conociendo el dato que nos indica que en el
Cementerio de San José de Cádiz se enterraron, aproximadamente unos ochenta
individuos asesinados sin identificar (de los cuales treinta y ocho lo hicieron entre el 22 de julio y el 20 de
septiembre), no nos parece desatinado pensar que el operario conocido
como Rakú fuera una de dichas personas. Tras encontrar la muerte en una ejecución
extrajudicial en uno de los siguientes parajes del término municipal de Cádiz
(playa de Puntales, alrededores de la plaza de Toros, foso de Puerta de Tierra
o Avenida Duque de Nájera), su cuerpo, finalmente pudo ser arrojado a la fosa
común de dicho cementerio. Fosas en las que, casualmente, en estos tiempos se
está trabajando para exhumar a dichas personas represaliadas y poderle dar
digna sepultura. Pudiera ser.
Mientras
tanto continuaremos nuestra labor. Rakú no es más que un grano de arena en una
inmensa playa. Y según las declaraciones de Mercedes Formica, trabajador
voluntarioso, ciudadano sociable, y por qué no, -nos gusta pensar que-
comprometido con las ideas de libertad y progreso. Maravillosas Memorias, ¿no
opinan los mismo? Volvamos a escuchar en su honor ese tango gaditano que con
tanto arte bailara y que tan bien nos describió Formica: “Catalina mía” el que
por cierto tanto se versionó, y se sigue versionado, en el flamenco.
* * *
(1) El profesor Manuel Ramos Ortega ya hizo un análisis de dicha obra dando buena muestra de cómo pueden servir de estudio este tipo de escritos. En este caso, por ejemplo, para el análisis de una clase social determinada: la burguesía. En Estudios de literatura española contemporánea. Universidad de Cádiz. Cádiz, 1991. Págs. 105-132.
(2) Según
algunos investigadores este tipo de documentos bien podría denominarse como
“autobiografía cultural”. En RUIZ FRANCO, R. “Pequeña historia de ayer: la
memoria histórica a través del testimonio de Mercedes Formica”. En Trocadero nº16, 2004, Universidad de
Cádiz. Pág. 20.
(3) Cádiz
(1913) - Málaga (2002). Hija del ingeniero José Formica y Amalia Hezode, disfrutó
de una infancia acomodada gracias a la posición de su padre. Poco después
marcharían a Sevilla donde comenzaría sus estudios universitarios, así como su
afiliación a Falange Española. Su vida quedó marcada por la separación de sus
padres. Tras la guerra civil continuó sus estudios siendo una de las pocas
mujeres que durante los años 50 ejerció la abogacía.
(4) En
el que creemos único análisis literario sobre `La infancia´ de Formica, Jesús Sáez “Rakú”
no atrajo el interés del autor. En el amplio apartado dedicado a la vida y
hábitos cotidianos, al tratar a la servidumbre y al proletariado se limita a
describirlo así: “…viejo y un tanto estrafalario sirviente…”. En RAMOS ORTEGA,
M. op. cit. Pág. 120.
(5) El
domicilio familiar de los Formica-Corsi Hezode era avenida Wilson nº82 -actual Benito Pérez Galdós-, que
coincidía o colindaba con la fábrica de Gas de la Compañía Lebón de la cual
José Formica trabajaba con ingeniero. En ARCHIVO HISTÓRICO MUNICIPAL de CÁDIZ (a partir de ahora AHMC), Padrón de 1935, Libro 3.656.
Este dato también lo corrobora el profesor Miguel Soler Gallo en “Diez años sin
Mercedes Formica” en Diario de Cádiz,
30 de abril de 2012.
(6) No
deja de ser curioso como un par de siglos atrás los viajeros ingleses también
anotaban lo “indecente” de los bailes que la gente humilde de Cádiz exhibía en
plena calle. Ver el caso de Henry Swinburne y el manguindoy. En OSUNA GARCIA, J. Cádiz, cuna de dos cantes. Quorum.
Cádiz, 2002. Págs. 91 y 92.
(7) En
realidad, el original Ra-Kú no venía de la India sino de Japón. Había nacido en
1881 y todavía siendo adolescente ya practicaba el jiu-jitsu. Con el nacimiento
del nuevo siglo comienza a realizar distintas giras por España y Portugal,
habiendo pasado previamente por Inglaterra. En el verano de 1910 llegó a Cádiz
donde llevó a cabo su exhibición en el Teatro Principal. Allí se enfrentó al
entonces célebre Manuel Pichardo en tres minutos. Como venía siendo habitual en
días posteriores se repetiría la escena con voluntarios donde, se supone,
subiría nuestro personaje Jesús Sáez. “Ra-kú en Cádiz” en Diario de Cádiz, 22 de junio de 1910; también en CASTIÑEIRA, A. M. “Rakú, el pequeño japonés
invencible” en La Voz de Galicia, 11
de febrero de 2017.
(8) AHMC,
Libros de enterramientos de 1936 a 1939.
(9) Se
encuentra en el ARCHIVO HISTÓRICO PROVINCIAL DE CÁDIZ.
(10) Los
historiadores más críticos con la utilización de dicha fuente posiblemente se
inclinen por esta cuestión. Y debemos de tenerla muy en cuenta. La mente, en
multitud de ocasiones juega malas pasadas. En el caso de Mercedes Formica
tenemos por ejemplo el dato que ella nos proporciona y que señala 1944 como el
arranque de su dirección en la revista Medina. Sin embargo, la información
interna de la SF, así como los propios números de la publicación lo desmienten
y señalan como 1941 año del inicio de dicho trabajo por parte de la falangista.
En BARRERA LÓPEZ, Begoña. La Sección
Femenina (1934-1977). Historia de una tutela emocional. Alianza Editorial.
Madrid, 2019. Pág. 119.
(11) En
palabras de la propia Mercedes: “nuestras
actividades políticas se limitaron a buscar refugio a los camaradas
perseguidos, a esconder o difundir propaganda, a visitar presos y familiares, a
estar presentes en las misas de los caídos”. En FORMICA, M. Visto y vivido, citamos por BARRERA, B. Op. Cit. Pág. 42.
(12) Mientras
La infancia se publicó en 1987, Visto y vivido lo hizo en 1982, por lo que,
presumiblemente ambas obras fueron escritas en el Tardofranquismo y en los
llamados años de la Transición.
(13) “A las [actividades] habituales, se sumaban ahora la confección de camisas y brazaletes, el
reparto de folletos de propaganda o convencer a los pudientes de que era
preferible renunciar, en parte, a lo que tenían, e implantar la justicia social”.
En FORMICA, M. Visto y vivido,
citamos por BARRERA, B. Ibidem.
(14) De
hecho, no sería la única vez que Formica, según sus declaraciones, lo hiciera. A
salvo, en Sevilla, se interesó por su profesor el socialista Luis Rufilanchas.
Se acercó al cuartel de Queipo de Llano y terminó teniendo una discusión con un
asesor jurídico que había sido pasante de Manuel Blasco Garzón. Sus intentos
fueron inservibles. Rufilanchas ya había sido asesinado en La Coruña.
Sombrerazo con tu trabajo. Y versionado, nada menos que por un cantaor absolutamente enciclopédico y Llave de Oro del cante.
ResponderEliminarGracias... y más viniendo de ti! Desconozco la historia del tango pero por lo que he rastreado lo ha versionado hasta Rosalía!
EliminarTiene toda la pinta de ser un tango 'de autor', desvinculado del Carnaval de Cádiz, quizá con préstamos del Río de la Plata. Isabelita de Jerez también hizo una versión, en cuyo jaleo del cante, una voz masculina proporciona una pista interesante: "¡Viva José Fleco, el hermano de Rita, el autor!".
EliminarTotalmente razonable. La línea entre el flamenco y el carnaval cada vez es más estrecha. ¡Qué te cuento yo a ti! Me tengo que guiar por tus indicaciones, aun así, ¿cómo diferenciar el origen de un tango? Formica indica "tango gaditano", pero, tengo la impresión, de que ella no era una gran conocedora de la cultura popular...
EliminarClaro. Terreno de conjeturas, luego piso resbaladizo. El marchamo 'tango de Cádiz' o 'tangos gaditanos' se aplicaba, indistintamente, a los tangos de Carnaval, anteriores en el tiempo y también a los posteriores flamencos, como sabes. Vallejo le da el aire de las composiciones indianas como La Niña de los Peines se la dio a aquella rumba cubana (Allá en la Siria) que Paco Alba popularizó. Reitero que me encanta tu trabajo y la información tan valiosa que ofreces. Y coincido contigo en no ver muy docta a Formica en materia de tangos.
EliminarY yo tus palabras y consejos!
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