viernes, 25 de noviembre de 2016

El día que cuasi morimos

Nos ha dejado Francisco Macarro. Poeta comunista más conocido como Marcos Ana. El hecho de estar trabajando en el Servicio de Memoria Histórica de la Diputación de Cádiz me dio, entre otras cosas, la oportunidad de tratarlo algunos días del otoño de 2008. La compañera Olga Raposo había trabajado duro para que viniera a Cádiz a presentar sus memorias "Decidme cómo es un árbol", entonces, de reciente publicación. En breve espacio de tiempo iba por su cuarta edición.

Fue poner un pie en el Salón Regio del Palacio Provincial y sonar un atronador aplauso de un público que lo abarrotaba. Con total naturalidad y esgrimiendo una leve sonrisa -entre la timidez y lo socarrón-, atravesó la estancia hasta ocupar asiento junto a, si no recuerdo mal, María Naval -entonces diputada provincial- y Carlos Perales -director de Memoria-.

Allí estuvimos escuchando a una leyenda viva de la represión franquista, ¡más de veinte años metido en cárceles! Desde los 19 a los 41 años (1939-1961)... superviviente de varias condenas a muerte y del odio más podrido que se pueda imaginar. Pero Marcos no venía a hablar de venganza. Daba una lección -otra-, a tod@s l@s intelectuales mediocres que aparecen, por ejemplo, a cada hora en la televisión o la radio. Decía así:

Marcos Ana en el bar Terraza de Cádiz
 entrevistado por Rafael Guerrero.
Fotografía de Santiago Moreno.
"...de nada serviría que yo al salir de la cárcel me hubiera puesto a buscar a los que me torturaron, ¿comprendéis?, eso no sirve para nada. La venganza tiene que ser algo más serio: acabar con el sistema que fue capaz de hacer propicio esa forma de actuar de esos seres..."

Marcos, no obstante, aprovechó bien la visita. En el Servicio nos mirábamos estupefactos. Tenía entonces 88 años y no se quedó aquí viendo pasar los días en el hotel. Hizo varias visitas a otros municipios de la provincia: Trebujena y Puerto Real, entre otros, si mal no recuerdo. Allí donde se plantaba, el acto se abarrotaba.

Llegó el fin de semana y se hizo un cuadrante para que Marcos se encontrara a gusto a la vez que cumplía con la apretada agenda que traía. Allí estaba yo el sábado por la mañana, fuera del horario laboral, ¡¿y qué!? cogiendo mi cutre-coche para recoger al poeta y darle un garbeo por Cádiz. Iba a ser entrevistado por Rafael Guerrero del programa de Canal Sur Radio "La Memoria" -¡que todavía lo podemos disfrutar en antena y que dure!- mientras almorzábamos. 

Recogí al poeta y ponte a buscar aparcamiento... por el Campo del Sur... 

- ¡Mira Marcos esto fue una cárcel!-, señalo con el dedo hacia lo que hoy es Casa de Iberoamérica, en tiempos Cárcel Real.

- Deja de señalar, y coge el volante-, quizás pensó Marcos.

Comienza a chispear. A llover. Ideal, no he traído paraguas. Se nos va a resfriar. Ya estoy yo de patitas en la calle. Damos la vuelta a la rotonda del romano. Quiero impresionar al histórico comunista con lo poco que se y no me doy cuenta que a lo mejor el hombre quiere silencio. De repente miro hacia delante -cosa que no se debe dejar de hacer mientras se conduce-, el coche que nos precede ha frenado de pronto -o eso creo-, por mor del semáforo en rojo. Para más "inri" frente por frente a la Capilla del Nazareno (glup!). Piso tan fuerte como puedo el freno, sin pensar en quién llevo al lado. Con la lluvia y los "simpáticos" adoquines de Cádiz el vetusto coche hace algo que nunca me había pasado. Lo juro. ¿Aguaplaning se llama? Las ruedas se bloquean y la carretera hace de pista de hielo y el coche en vez de frenar se lanza contra el que ha frenado... ¡PLAF!

A la mierda la barra delantera o como se llame, pienso. ¡¿Y Marcos!? Lo miro y está entero. Intacto. Como yo. Se lo toma con toda la calma del mundo. Me explica en breves palabras lo que ha debido de ocurrir. El aguaplaning de los co... Marcos está vivo. Es lo que importa. Voy a ver como de magullado han quedado los vehículos. El señor de "alante" hace lo propio. Se frota las manos. Va a hacer el agosto con el seguro. Pero, ¡qué cosas! ninguno de los dos coches tiene el más mínimo rasguño. Mira con cara de... "ya te cogeré otro día listillo" y se marcha. Vuelvo al interior y continuamos la marcha.

- Bueno Santiago, a ver si encontramos aparcamiento-, le resta importancia mi gran copiloto.

- Oye Marcos, que estaba yo pensando... no te mató Franco y cuasi lo consigo yo-, no lo pude evitar.

Aseguro que el resto de la jornada se desarrolló de forma tranquila. Disfrutamos del almuerzo y de la visita del amigo Rafa Guerrero. Paseamos por el Campo del Sur frente al Océano Atlántico donde, tampoco lo pude evitar, hice alguna pregunta quisquillosa a tan amable persona.

Un servidor con Marcos Ana. Cádiz, octubre de 2008.
Fotografía de Rafael Guerrero (horas después del "topetazo").

* * * 

Anécdotas a un lado. Disculpadme el "topicazo" pero... la marcha del poeta deja un vacío bien grande. Ahora que, parece, más se necesitan gentes como él. Por su sabiduría, cultura y educación. Un ejemplo a seguir.

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