Bodegas Lacave con la Batería de 2ª Aguada al fondo. |
Esteban de Boutelou publicaba en 1807 un interesante estudio sobre los vinos de Sanlúcar y Jerez. Gracias al madrileño -agrónomo y botánico-, sabemos del mapa vitivinícola de nuestra provincia en aquellos años. De igual manera nos podemos hacer una idea de la importante evolución de la industria vinatera en el siglo XVIII. Y el Carnaval no estaría ajeno a dicha evolución. De hecho hay constancia del gozo en la ciudad por los caldos de nuestra tierra. Deleite que en días de carnaval se multiplicaba.
Ya nos lo indicaba el Conde de Toreno cuando, al recordar los días del asedio francés, dejaba claro el optimismo que se vivía en la ciudad a la par que llegaban mercaderías de otros mundos. Géneros entre los que se encontraba el vino, tan en boga por aquellos años en Cádiz.
Y es que la Junta Superior de Gobierno, días antes del comienzo del Sitio de Cádiz por los franceses -5 de febrero de 1810-, decidió rebajar a la mitad las tasas de entrada de vinos en la ciudad. De 72 a 36 maravedíes la arroba. Así se aseguraban la recepción de vinos para aquellos días, a la par que llevaban a cabo una política de permisión sobre la ciudad que daba pie al divertimento y la relajación. Qué reacción producirían aquellas cantidades de vino que un año después la Junta Superior decidió volver al precio inicial de las arrobas. La Junta se escudó en la poca salubridad que traía a las calles su consumo. Sin embargo dicho nuevo edicto no entró en vigor hasta abril, una vez habían pasado las fechas de Carnestolendas...
Ya nos lo indicaba el Conde de Toreno cuando, al recordar los días del asedio francés, dejaba claro el optimismo que se vivía en la ciudad a la par que llegaban mercaderías de otros mundos. Géneros entre los que se encontraba el vino, tan en boga por aquellos años en Cádiz.
Y es que la Junta Superior de Gobierno, días antes del comienzo del Sitio de Cádiz por los franceses -5 de febrero de 1810-, decidió rebajar a la mitad las tasas de entrada de vinos en la ciudad. De 72 a 36 maravedíes la arroba. Así se aseguraban la recepción de vinos para aquellos días, a la par que llevaban a cabo una política de permisión sobre la ciudad que daba pie al divertimento y la relajación. Qué reacción producirían aquellas cantidades de vino que un año después la Junta Superior decidió volver al precio inicial de las arrobas. La Junta se escudó en la poca salubridad que traía a las calles su consumo. Sin embargo dicho nuevo edicto no entró en vigor hasta abril, una vez habían pasado las fechas de Carnestolendas...
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