martes, 31 de mayo de 2022

Los Sumisos. Las viudas de los viejos del 55

Viene de Los Sumisos. Presentación 

Mediados de los años cincuenta. En Cádiz las Fiestas Típicas Gaditanas impulsadas por parte de la burguesía local que ve a la ciudad muy falta de movimiento económico, van afianzándose por año que pasa. Desde 1949 se celebra el concurso de Coros y Chirigotas en el Gran Teatro Falla. Ha quedado patente que esta fiesta, de reminiscencias carnavalescas, es capaz de producir cierta riqueza. Un ejemplo: la venta de las sillas de la Cabalgata ha pasado de estar bajo el control de una sociedad privada a las manos del ayuntamiento. Mientras tanto los comparsistas -los que hacían el Carnaval en la calle desde tiempo inmemorial-, han logrado parte de sus aspiraciones: que las coplas sobrevivan a la prohibición franquista. No les importa que a veces tengan que vivir episodios humillantes. Como aquel que narraba Ramón Gutiérrez Guillén El Tuerto, cuando al pasar con su chirigota por la calle Ancha, unos estudiantes les solicitaron que entraran al local donde departían entre copas de vino. Allí se les pidió que cantaran las coplas 'verdes'. Ramón accedió. Tras cantarlas uno de aquellos muchachos de bien tomó la palabra:

- Ahora os vamos a dar a ustedes el premio.

Pienso para mí que los comparsistas estarían locos por trincar unas monedas o la media botella con su tajá de pescao frito. Pero no. El premio consistió en que se les sacó a hombros y, literalmente, se les tiró a la calle Ancha. (1)

Tampoco les importa tener que ir a una Plaza de Toros donde, además de cantar, tienen que torear una vaquilla para el divertimento del público. La exitosa chirigota Los viejos del 55 fue llevada a San Fernando, Medina Sidonia, Sevilla... pero fue en Cádiz donde el bombista de la agrupación, Antonio Gutiérrez Ortiz El Lucas, haciendo las veces de banderillero terminó con una de estas clavada en una de sus rodillas. A tragar saliva. Al fin y al cabo Lucas tenía muy claro el principal motivo de su participación en las fiestas:

"Porque a mí me han preguntado muchos: Lucas, ¿tú por qué has salido en el carnavá? ¿por afición? Y le digo: No, yo he salido en el carnavá pa buscá dos pejeta pa mi casa, y aluego la afición. Pero primero la verdá. Sí, la afición la tengo yo detrá del interé. Entonce estábamos día y noche. La vía estaba mu mala." (2)

Chirigota Los Viejos del 55 (1955). En el centro, descubiertos, José Quintana y Antonio Marín El Botella. Fotografía cedida por Manuel Clavaín Jácome.

Y precisamente la primera de nuestras historias se centra en aquel buen grupo de chirigoteros que en 1955 obtuvieron el primer premio del Concurso: Los viejos del 55. Dirigidos por José Quintana Barreiro son el grupo que más galardones está obteniendo en el nuevo concurso. Llevan tres años consecutivos de primeros premios. José, con anterioridad,  ha estado saliendo en coros hasta que en 1952 con Los guerreros del castillo X cansado de "tanto sacrificio" ha decidido, con su compadre Antonio Marín Morales El Botella, regresar a las antiguas murgas, ahora rebautizadas como chirigotas. Han diseñado un grupo compacto dónde, además de los citados, destacan José Méndez Ponce más conocido como Balbuaca -el más elegante de los chirigoteros de Cádiz hasta ese momento (3)-, Agustín Ruiz López El Chupapiera, Cecilio Gómez Guerra, Juan Sánchez Olmo, el también ya citado Lucas, así como Antonio Quintana, hermano del director (4). Estos comparsistas tienen algunas cuestiones en común. Lo primero es la edad. Rondan los cuarenta años, es decir, para aquellos momentos eran auténticos veteranos de la fiesta. Son hombres nacidos entre 1908 -el caso de Lucas-, y la segunda mitad de los años diez. Pertenecen a una misma generación. La que ha vivido los carnavales en plena libertad de la República. De hecho, muchos de ellos han coincidido en murgas de los años treinta. También están marcados por otra coincidencia: son supervivientes de la represión golpista de 1936. Muchos han sido investigados, aunque quizás nunca lo llegaran a saber, como el caso de Balbuaca; otros sufrieron cárcel, como José Quintana; e incluso se dio el lance de que Cecilio Gómez vio como un buen día se llevaban de su casa a su cuñado Juan Ragel, autor de Carnaval, el cual terminaría siendo asesinado en algún lugar de la bahía de Cádiz.

No obstante, hay otro episodio que les debe haber marcado sobre manera a la mayoría de ellos. Casi todos han formado parte del ejército franquista. Unos por obligación, desde el comienzo del conflicto había llegado la hora de su reemplazo, es decir, de hacer el servicio militar; otros por pura supervivencia, son muy numerosos los casos de voluntarios que se alistan al ejército sublevado con la única intención de desaparecer un tiempo de sus localidades de origen donde pueden tener problemas con las nuevas autoridades golpistas; y también, ¿por qué no? voluntarios jóvenes sin afinidad política alguna, los cuales vieron en la guerra una oportunidad de vivir 'aventuras' (5). Desde luego, y sustentándonos en los pocos testimonios orales que estos chirigoteros dejaron de su paso por el frente, podemos decir que casi todos estarían entre los dos primeros casos. 

Volviendo a mediados de los años cincuenta y retomando nuestra historia, debemos indicar que a pesar de la mala situación en la que se encontraba la clase trabajadora en general, algunos de estos comparsistas habían aprendido a sobrevivir en la dictadura. Reconocían cual era su papel y cómo jugar sus cartas. Lo llevaban haciendo casi dos décadas. Y es en ese momento donde encontramos al director José Quintana, albañil de profesión, trabajando en casa del delegado de Fiestas del ayuntamiento de Cádiz, Vicente del Moral. Quintana ha logrado que se olvide su antigua filiación a CNT o su paso por la cárcel de Cádiz tras el golpe de Estado. Se ha dado a valer muchos años en el ejército franquista. Y aunque a los ojos de la dictadura nunca será una persona de fiar, ha quedado claro que para las intenciones de revivir la fiesta es pieza fundamental. Don Vicente lo ha recibido en su domicilio de la calle Cánovas del Castillo. Se ha tenido que reir con la ocurrencia del chirigotero. Tras el éxito de Los Viejos del 55, ahora se saca de la chistera ir de viudas: se van a llamar Las Viudas de los Viejos del 55. Pero por un momento olvida que no toda la clase dominante es, en cierto modo, tan aperturista como él. Aprecia a Quintana. Sabe de sobra que no plantea ningún peligro al Régimen. Al final de la conversación le anima a presentar a la Censura las coplas, el croquis con la descripción del tipo:

Solicitud al Ayuntamiento de 
Las Viudas de los Viejos del 55.
Firmada por Antonio Gutiérrez 
El Lucas. AHMC.
- No habrá ningún problema en que salga esa chirigota, José-, le debió aseverar.


Pasa el tiempo, el grupo ensaya. Se han confeccionado los tipos de viudas. El grupo está muy ilusionado, aunque el grado de perfección que están alcanzando les dice que las pelucas blancas que van a colocarse bajo el velo no quedan del todo bien. No importa, esta celebración llamada Fiestas Típicas Gaditanas pero que para ellos es su Carnaval, el que heredaron de sus padres y abuelos, no solo es  afición y distracción frente la vida monótona y gris de la dictadura. Es también una forma de ganar un dinero extra que llevar a sus hogares. Quieren volver a ganar el primer premio. Sería la cuarta vez que lo obtendrían de manera consecutiva.

Poco antes de acudir a cantar al Gran Teatro Falla don Vicente hace llamar a José. El mismísimo Gobernador Civil, Carlos María Rodríguez de Valcárcel, no ha dado su visto bueno al tipo de la chirigota. A pesar del visado de la oficina de la Censura a las coplas y el disfraz, desde los sectores más intolerantes de sociedad gaditana se ha presionado y han conseguido su objetivo. La chirigota puede cantar las letras pero no vestidos de mujer. Algo que alteraría el orden y el buen gusto del nacional-catoliscismo. A José aquello le cae como un jarro de agua fría. No puede protestar. Tiene que acatar ordenes. ¿Qué llevan meses ensayando? Para la reacción eso es lo de menos. No son más que una chirigota. Todavía hay quien piensa cómo Valcárcel pudo dar el permiso a semejante zafiedad. José tira para adelante y se lo comunica al grupo. El chasco tuvo que ser mayúsculo. Nos podemos imaginar las caras de estos supervivientes: Balbuaca, Chupapiera, Cecilio, etc. Sin embargo a Quintana no hay quien lo aburra de Carnaval y junto con su compadre Marín idean lo siguiente: tienen el permiso de cantar las letras pero no pueden ir vestidos de viudas, por lo tanto se van a vestir con el tipo del año anterior. Se van a plantar en el escenario del Falla con el mismo disfraz. No obstante guardan un comodín. A ellos se les prohíbe ir de 'viuda' pero no... ¡a una mujer!. Quintana avisa a su propia hermana y en cuestión de horas le enseña el bailecito que ellos iban a hacer en la presentación de la chirigota. Los aficionados saben lo que ha ocurrido con la decisión del Gobernador. Pero no se esperan cómo van a presentarse sobre el escenario los chirigoteros. 

No conozco grabación sonora del Concurso de 1956. Quizás en el futuro aparezca alguna. Lo que se conoce por testimonios orales es que la aparición del grupo con el mismo tipo del año anterior -de viejo-, y una 'viuda', fue recibido con un estallido de aplausos. Es lo más parecido a una protesta que se puede dar en aquel Cádiz en blanco y negro. Habrá quien aplauda por la ocurrencia. A otros les hará gracia la manera de sortear la estúpida prohibición del Gobernador. Puede que algunos, incluso, lo vean como un acto de rebeldía y por un instante -si han tenido tiempo de vivirlo-, recuerden los días anteriores al sangriento verano del 36, cuando las murgas y los coros eran libres, o por lo menos mucho más desde que los militares se alzaran en armas. 

Josefa Quintana junto con 
El Lucas. Colección Joly
.
Termina la actuación. El grupo sube a camerinos. Sin embargo esto no ha hecho más que empezar. Llaman a la puerta de una forma un tanto brusca. José sale al pasillo. No hay duda, son dos policías vestidos de paisanos. Aunque a la hora de rememorar el episodio Quintana lo suaviza, aquella escena no debió ser tan graciosa. Los agentes van buscando al hombre que ha subido al escenario vestido de mujer. Tienen la orden de llevarlo detenido a disposición del Gobernador. Si hubiera alguna resistencia el resto de la chirigota también será apresada. Pero Quintana solo tiene que decir el nombre de su hermana -¡Josefa!-, para que ella todavía con el tipo puesto le conteste:

- ¿Qué quieres chiquillo?

Los policías se miran entre sí y deciden marcharse. Quintana y los suyos respiran tranquilos. Aun así habrá una humillación más. El Jurado decide dejar desierto el primer premio. Han tenido su momento de gloria pero no van a conseguir revalidar el galardón. En el Concurso de 1956 se conceden dos segundos premios. Uno de ellos a Las Viudas, el otro a un autor pujante que cada año gusta más por la forma distinta que tiene de hacer chirigotas: se llama Paco Alba y su agrupación Los de Fin de Curso. (6)

* * *

La hipocresía de la dictadura franquista no tenía límites. A la chirigota escrita por Antonio Clavaín y Antonio Marín y dirigida por José Quintana se les prohibió por orden del Gobernador disfrazarse de mujer aun habiendo pasado la Censura. Ni la 'amistad' del chirigotero Quintana con el delegado de Fiestas había valido para mediar. Sin embargo el análisis y estudio de la fotografía como fuente histórica da el respaldo definitivo a lo que venimos comentando. A las antiguas imágenes ya visualizadas junto al texto, mostramos ahora la siguiente:

Una de las pocas fotografías de las auténticas Viudas de los Viejos del 55.
A la izquierda José Quintana, a la derecha José Méndez El Balbuaca.
Colección Joly.

No es la única imagen que tenemos de aquella ya mítica chirigota. Pero sí es una de las pocas que demuestran que si bien, no pudieron cantar en el Gran Teatro Falla, con el tipo de mujer, sí lo hicieron días posteriores en determinadas actuaciones. ¿Dónde? En los patios y casas de estos chirigoteros. Muy posible. En las grandes fincas urbanas de la burguesía franquista. También. Hubo hombres vestidos de viudas, sí. Pero siempre en el ámbito privado. Hasta la diversión había quedado confiscada. Solo perteneciendo a una determinada clase social se pudo disfrutar de la simpática chirigota Las Viudas de los Viejos del 55 en su totalidad. Tal como ellos la habían concebido. 

Tuvieron que pasar varias décadas, incluso muchos años tras la llegada de la actual Democracia, para que otro buen grupo de chirigoteros rescatara del olvido el nombre de estas dos chirigotas: Los Viejos del 55 y Las Viudas de los Viejos del 55. Corría el año 1994.


Continuar en Los Sumisos. La Tómbola Humana


* * *


(1) Acedo Sacaluga, A. y Vázquez Aragón, J. Conversaciones con los viejos comparsistas. Caja de Ahorros de Jerez. Madrid, 1985. Pág. 97.

(2) op. cit. Pág. 11.

(3) Hasta en un par de ocasiones he podido encontrar idéntica referencia sobre dicho comparsista. José Quintana lo hizo en Conversaciones con los viejos comparsistas... Manuel Moreno Pavón El Moreno en sus Memorias inéditas.

(4) El grupo se complementaba con Antonio Delgado Madrid, Federico Pedreño Gómez, Juan Luis Núñez Heredia y Manuel Luna Román. El listado de nombres y apellidos ha sido cedido por Francisco Javier Camacho Ortega. Se puede comprobar en Archivo Histórico Municipal de Cádiz, Sección Carnaval. Por otro lado, mientras que en dichos documentos aparecen como autores de la agrupación el propio Marín El Botella y Antonio Clavaín Brull, en el libreto la autoría de la música se adjudica a Juan Poce Blanco y Francisco Campos. 

(5) Para más información sobre la conformación del ejército sublevado franquista ver Matthews, J. Soldados a la fuerza. Reclutamiento obligatorio durante la Guerra Civil. Alianza Editorial. Madrid, 2013; Leira Castiñeira, F. Soldados de Franco. Reclutamiento forzoso, experiencia de guerra y desmovilización militar. Siglo XXI Editores. Madrid, 2020.

(6) Según la tradición oral la actuación policial fue más allá, menos edulcorada de como la transmitió Quintana. Al menos se conocen un par de versiones donde Josefa fue "palpada" por parte de estos secretas para comprobar que quien estaba debajo del tipo de viuda no era un hombre. En Barceló, A. El tipo en el Carnaval de Cádiz. Q-book. Cádiz, 2015. Pág. 338.

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