Ha visto la luz, hace unos días, un nuevo número -43- de la revista Andalucía en la historia. Su dossier central recorre los distintos caminos que miles de andaluces tomaron tras la Guerra Civil. La publicación se complementa con otros textos. En la misma se incluye un reseña que escribí hace algún tiempo del libro "La Constitución de Cádiz y su huella en América". Aquí os dejo el texto.
* * *
Ramos Santana, Alberto (Coordinador). La Constitución de Cádiz y su huella en América. Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz, 2011. ISBN 978-84-9828-339-6
Por Santiago Moreno Tello (Publicado originalmente en Andalucía en la historia, nº43, pág. 94).
Portada de la publicación. |
El Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz
nos trae una obra que intenta dilucidar la influencia de la Constitución de
Cádiz de 1812 en el hemisferio americano en general, y en las colonias
(provincias) españolas de ultramar en particular. Con una clara división del
libro se nos presenta una primera parte con textos de personalidades políticas
y económicas de hoy día, y una segunda, más amplia, con los contenidos de
divulgación histórica donde se desgrana el papel de la Constitución de Cádiz al
otro lado del Océano Atlántico.
Sin dejar de mencionar la cuidada edición, tenemos que
indicar que los primeros capítulos de la segunda parte son de un corte más
general. Miguel Artola, Jaime E. Rodríguez o el propio editor –Alberto Ramos-,
plantean los paralelismos entre la Constitución gaditana y las posteriores Cartas
Magnas de América Central y Sur. No sin antes hacer un repaso a algunos
episodios históricos anteriores a la promulgación de la Constitución como
fueron las distintas reacciones a la abdicación del trono de Carlos IV y su
hijo Fernando, así como a la creación de la Junta Central en el Viejo
Continente. No podemos pasar por alto los episodios que se van a vivir en
Colombia o México a partir de este momento que llegarán finalmente a construir
su propia identidad estatal a través de unas Cartas Magnas bajo la influencia
de otras como la ya citada, empero también con la “tutela” de la francesa y la
estadounidense, en claros ejercicios de búsqueda de legitimación.
Novedoso el capítulo de la profesora Marieta Cantos
dedicado al nulo papel de la mujer que se refleja en la Constitución Doceañista
y en las posteriores americanas. Nulo papel que según los estudios más
recientes, de los que es partícipe en algunas ocasiones la propia Cantos
Casenave, no fue tal en el día a día de la Guerra de la Independencia: voluntarias
en el campo de batalla, organizadoras de retaguardia o autoras de cartas y
textos públicos. De difícil rastreo, la mayoría de los casos, el empeño
investigador ha valido para llegar a conocer nombres y vivencias de algunas
mujeres. Así, la autora, nos trae el
caso de tres mujeres: la conocida y estudiada Frasquita Larrea; la portuguesa
Carmen Silva que durante medio año se hizo cargo de la cabecera gaditana “El
Robespierre Español”; y Mª Manuela López de Ulloa que cultivó gran cantidad de
géneros literarios.
Sin embargo el broche de oro de la publicación viene a
continuación. Un total de veinte historiadores de varias universidades y
centros de investigación americanos desglosan uno a uno la posible influencia
de la Carta gaditana en los distintos países de la actualidad. Algunas zonas
donde durante el siglo XVIII se habían vivido episodios de sublevaciones, como
Ecuador y el Paraguay, las noticias que van llegando desde la metrópoli no
hacen sino encender de nuevo la mecha de la independencia. En la zona de
Ecuador, por ejemplo, con la inestimable ayuda de la represión realista a los
opositores de la misma. Sin embargo dándose, a la par, el curioso caso de que
los representantes en las Cortes –como Mexía Lequerica-, llegarán a obtener un
importante papel en aquellos meses. En la alejada e interior Paraguay la
independencia comienza a fraguarse un año antes de la llegada de la
Constitución de Cádiz.
Chile y Venezuela se opusieron a enviar sus diputados por
parecerles muy inferior el número de representantes que tendrían en las Cortes.
De esta manera se aprovecharía la lejanía y la caótica situación peninsular
para impulsar, los primeros un Reglamento Constitucional que posteriormente
serviría de apoyo para las constituciones de 1822 y 1828; los segundos un
movimiento republicano que vencería finalmente a las ciudades realistas en
1813.
Otras zonas, como Nueva España, Perú o el Uruguay
aceptarán las Cortes y la Constitución de 1812 aunque por distintos motivos.
Por ejemplo, dicha situación se dio en Perú gracias, en gran parte, al
empecinamiento de su Virrey, el cual se postulaba defensor de la Monarquía
Absoluta y vio la Constitución de Cádiz como un mal menor frente a las
distintas corrientes independentistas del continente americano.
Caso a parte supone la experiencia brasileña. Con una
década de retraso da comienzo el movimiento constitucionalista en la metrópoli
portuguesa. Que beberá, sin lugar a dudas, algunos sorbos de la cercana
metrópoli española. Poco tiempo, tras su aprobación en septiembre de 1822,
estará vigente. Caerá, al igual que la gaditana, en 1823. Mismo año en que
Pedro I de Brasil apoyará la suya propia en la antigua colonia de Portugal.
Respecto a las islas del Caribe –Cuba, Puerto Rico y Santo
Domingo-, aceptaron a grandes rasgos la convocatoria a Cortes, así como la
llegada de la Constitución. Empero, es en estos años cuando se siembra la
semilla de futuras independencias de la metrópoli: por ejemplo para la
Republica Dominicana en 1844, con clara influencia de la Constitución de Haití
de 1843, aunque con atribuciones de la Carta Magna gaditana como fueron las
Diputaciones Provinciales.
No muy lejos, en la zona de Centroamérica distintos países
van a ir naciendo al calor de las ideas liberales. Tanto es así que en 1824 se
creará la República Federal de Centroamérica formada por Guatemala, El
Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica. Y aunque muchos Ayuntamientos
eligieron sus diputados para las Cortes gaditanas, algunos no llegaron a tiempo
por problemas económicos. Lo que a la larga hizo que en la siguiente década a
la promulgación de la Constitución de 1812 se fomentaran las distintas
independencias. Muchas de las cuales recibirían el último impulso con la
sublevación del General Riego y el restablecimiento de la Constitución de Cádiz
en 1821.
Y no podemos olvidar Panamá. Su situación geoestratégica,
como nexo de unión del norte y el sur, ha marcado su Historia desde la llegada
de los colonizadores. Para el episodio que nos interesa no será distinto. Si
bien se mantendrá fiel, ya no sólo al rey Fernando VII, sino también las Cortes
y la Constitución, no hay que olvidar su importancia militar y la gran
presencia guerrera traída de la península. Aun así, el movimiento
independentista, como sucedió con los países vecinos, llegará en la siguiente
década.
Como vemos un repaso exhaustivo y
amplio el que se nos regala en dicha obra. En palabras de Jaime E. Rodríguez un
cúmulo de naciones que lograban su independencia, incluida España, y que
comenzaban su lucha por la supervivencia en un mundo incierto y complicado.
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