La Historia Local es, dentro de las tendencias
historiográficas, una especie de hermana pequeña. En tiempos pretéritos siempre
anduvo en manos de compiladores y aficionados a la Historia. En la mayoría de
las ocasiones se escribió una historia partidista y poco rigurosa. Por fin trabajos
realizados en Francia o Italia por historiadores como Perrot,
Ladurie, Ginzburg o Grendi, así como la llegada del sistema democrático a
nuestro país, valió para que jóvenes historiadores, en la década de los años
80, tomaran el pulso a la Historia Local y llevaran a cabo buenos resultados.
Para ello, en nuestra provincia, se apoyarían en publicaciones periódicas como
Revista de Historia de El Puerto (editada por el Aula Menesteo en El Puerto de
Santa María), Revista de Jerez (editada por el Centro de Estudios Históricos
Jerezanos) o Almoraima (editada por el Instituto de Estudios Gibraltareños).
Con el transcurso de los años otras revistas se sumarían a dicho camino.
Portada de la publicación |
La incorporación más reciente al
estudio de la Historia Local en la provincia de Cádiz se llama Gárgoris y viene
a cubrir la zona de estudios que representa el Bajo Guadalquivir en general, y la ciudad de Sanlúcar de
Barrameda en particular. La entidad editora es la Asociación “Luis de Eguilaz
de Amigos del Libro y las Bibliotecas”. Cuenta con una presidenta del consejo
editorial de renombre –Beatriz de Orleáns Borbón-, y con un director bien curtido en las batallas historiográficas
–Manolo Parodi-. Han sabido rodearse de un potente consejo asesor, así como de
distintas entidades colaboradoras que, a buen seguro, no cejarán en el empeño
de apoyar esta nueve iniciativa.
La revista se divide en tres
partes bien diferenciadas. Una primera con artículos de Historia Local. Debido
a mis intereses temáticos me llaman la atención los textos de Lilianne Mª
Dahlmann sobre la revolución de septiembre de 1868 en la zona del Bajo
Guadalquivir; o el texto de Narciso Clement donde, basándose en la Historia de
las Mentalidades, analiza la sociedad sanluqueña de los años sesenta. La segunda
parte se titula Miscelánea. En dicho apartado se abre el abanico
espacio-temporal. Hay cabida en él para títulos más alejados a esta zona de la
provincia de Cádiz. Y siguiendo el esquema clásico de la publicación, se cierra con reseñas de libros recientes y que merecen ser destacados por su
interés y rigor.
Cierro este breve comentario con la alegría que
corresponde saber que, a pesar de la situación actual, compañeros y entidades
amigas siguen dando su lugar al estudio de la Historia. Desearle a Gárgoris una
larga vida y muchas lecturas.
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