lunes, 22 de abril de 2013

Ocio y vida doméstica en el Doce

Se acaba de publicar la revista Trocadero nº24. El dossier trata sobre la influencia europea y americana de la Constitución de Cádiz de 1812. Dentro del apartado de recensiones he publicado una reseña sobre el libro ´Ocio y vida doméstica en el Cádiz de las Cortes´ que coordina Alberto Ramos Santana. A continuación os la dejo por si os interesa el tema.

Portada de la publicación.

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Ramos Santana, A. (Coordinador). Ocio y vida doméstica en el Cádiz de las Cortes. Servicio de Publicaciones de la Diputación de Cádiz, 2012. ISBN 978-84-92717-47-7
Por Santiago Moreno Tello (publicado originalmente en Trocadero, revista del departamento de Historia Moderna, Contemporánea, de América y del Arte, nº24, págs. 207-210). 


La Diputación de Cádiz amplía, con una nueva entrega, la colección ´Bicentenario Cádiz 1812´ que iniciara en 2005 con los dos volúmenes titulados La vida cotidiana durante la Guerra de la Independencia en la provincia de Cádiz, tesis doctoral, a la postre, de Jaime Aragón Gómez. Desde aquel año estudios de Historia, Literatura y Derecho han convivido tejiendo una nueva red de estudios que ha ampliado los conocimientos sobre la etapa de la España Napoleónica y el Cádiz de las Cortes y posterior promulgación de la Constitución de 1812. Y hablamos de una colección que ha cumplido con lo establecido hace siete años y en los tiempos que corren, este hecho, no es cuestión baladí.

Como tampoco lo es que este volumen trece venga de la mano de uno de los mayores expertos en estudios sobre el siglo XIX español. Alberto Ramos Santana se ha rodeado de un equipo interdisciplinar que nos ayudan a trazar un horizonte sobre la vida doméstica del Cádiz de las Cortes.

Comienza la obra con un breve, pero exhaustivo, repaso a la historiografía que en el último medio siglo ha visto la necesidad de estudiar no personajes, ni batallas, sino algo más cercano, a la par que rechazado durante lustros, como es el día a día de nuestros predecesores. Y para ello comienza el libro con una visión del interior de los hogares de finales del siglo XVIII, inicios del XIX. Cristina Ordóñez Goded muestra los distintos estilos mobiliarios que se veían en casas nobiliarias y burguesas, ya fuese el “Carlos IV” –con permiso del profesor Junquera-, o el “fernandino”. Tras un repaso al mobiliario español –en su ámbito cortesano o fuera de él-, el capítulo se centra en la ciudad de Cádiz. Ciudad que quizás no es válida como ejemplo general en las formas de decoración mobiliaria, respecto a otras ciudades del interior, empero por su carácter portuaria y cosmopolita, la hace similar a las principales urbes como Madrid o Barcelona. Basándose en los estudios de Ramón Solís, Ordóñez Goded nos muestra que la ciudad no sólo era punto de compra-venta, sino también de producción. Un gran número de profesionales de la madera salpicaban el trazado urbano de la ciudad. Las referencias de compra-venta que la autora nos ofrece de El Diario Mercantil nos brindan una visión del contenido de algunas casas gaditanas. Aunque también pueden ser una pista de un posible mercado que sirviera para paliar una hipotética mala situación económica de tal o cual familia. No hay que olvidar, como nos indicará Manuel Ruiz Torres en su capítulo dedicado a la cocina y la alimentación que, si bien como se sabe, en la Isla de León y Cádiz no faltaron provisiones, quizás hubo dificultades para adquirir las mismas. El capítulo se cierra con un pequeño anexo de imágenes que nos ayudan a imaginar, mejor si cabe, el interior de una vivienda gaditana durante el asedio francés.

Como una larga transición de la cocina barroca a una nueva, de influencias extranjeras y del propio interior de los hogares gaditanos, el autor Ruiz Torres nos presenta su capítulo dedicado a la alimentación. Al contrario que ocurriera con el asedio de Gerona, en Cádiz el bloqueo francés no obligó al ciudadano a llevarse a la boca carnes tan poco apetitosas como la de gato o ratón. Debido en parte a la entrada y salida de barcos del puerto gaditano, así como la subsistencia de pequeñas huertas en el istmo que unía a las dos localidades, y a los pequeños corrales (gallinas, patos o palomas) existentes en las azoteas de las casas gaditanas. Aun así, no podemos generalizar y encontramos distintos factores que harán producir distintos tipos de cocina en la ciudad: el económico o el cultural. Sin embargo Ruiz Torres nos presenta una serie de alimentos que pueden ser denominador común de la cocina gaditana en época Doceañista. Como por ejemplo el pan, de tan básico condimento de las sopas. O el vino (a estas alturas no creemos necesario recordar a la Manzanilla de Sanlúcar como bebida estrella). El aceite, pieza fundamental de la cocina gaditana frente a la manteca de cerdo más usada en otras localidades. Cabe destacar también, entre los vegetales, a las papas que en estos años desplaza, de guisos típicos de la zona, a otros alimentos como el arroz. Y si un comensal tenía la oportunidad de decidir entre carne o pescado, no cabe duda, que en el Cádiz de las Cortes se inclinaría por lo segundo. Hasta tres veces más se consumía dicho alimento en comparación con otras ciudades. Y no olvidemos el pescado frito que hacía estragos, por ejemplo, en las salidas de los teatros. Hay un claro antes y después en el mundo culinario en estos años. La clásica cocina barroca de Martínez Montiño tenderá a desaparecer en estos años. De hecho la última edición de El Arte de la Cocina –la primera era de 1611-, se editará en 1823 durante el Trienio Liberal.

La música tenía un espacio en la vida cotidiana de los gaditanos de la época. De hecho en el libro dos son los capítulos dedicados a la misma. El primero a una música culta que nos trae María Gembero-Ustárroz; el segundo a un estilo musical de musa popular que, parece ser, tiene su origen en estas fechas: nos referimos al flamenco y es obra de Faustino Núñez.

La Revolución Francesa influenció de manera inmensa al mundo de la música. Al menos como se entendía hasta aquel momento. La creación de himnos patrióticos en pro o en contra de tal o cual planteamiento ideológico afectó sobre manera la historia de la música. Una de las nuevas características de la misma será el acercamiento a los ciudadanos a través de cuatro escenarios: las calles y plazas, los teatros, salones de las clases acomodadas y las iglesias. Mientras en los primeros servía para hacer partícipe al pueblo llano de la llamada música culta, en los púlpitos se daba buena cuenta de los avances de la guerra. Sin embargo el capítulo de Gembero-Ustárroz tiene su cénit en la presentación del músico y profesor Manuel Rücker: de ascendencia austriaca, jugó un importante papel en el primer tercio del siglo XIX gaditano. Y aunque queda bastante por estudiar de su figura, bien sabemos que introdujo en Cádiz las principales novedades musicales internacionales. El capítulo se cierra con dos versiones del himno que Rücker compusiera para la celebración del regreso de Fernando VII a España. ´Nace el sol´ y ´Presurosos corred, gaditanos´ han sido localizados en la Biblioteca Nacional de España y fueron interpretados en Cádiz en 1814. De armonía sencilla contiene un coro que hace pensar que estaba pensado para la participación activa del público en sus interpretaciones. Al final del capítulo se incluyen las partituras de la obra.

A continuación, como decíamos, Faustino Núñez da buena cuenta de sus hallazgos en distintos archivos y bibliotecas en la última década, en lo que al estudio del Flamenco se refiere. Y lo hace a buena cuenta de que es Cádiz, de los tres lugares geográficos cuna de dicho estilo, el menos estudiado con diferencia. Aunque el nacimiento oficial del género se confirma hacia 1850, multitud de documentos dan que pensar que entre finales del siglo XVIII, principios del XIX se sientan las bases del mismo. Para ello Núñez nos habla de la figura del Majo/a. Actitud ante la vida que dibuja a lo que se puede entender como el personaje flamenco posterior. A esto hay que añadirle el elemento gitano, tan arraigado en Cádiz y su Bahía al menos desde mediados del siglo XVIII. Desglosa a continuación el autor las distintas músicas que, bajo su prisma, cristalizarán poco después en los distintos palos flamencos. Entre ellos podemos citar los fandangos, las seguidillas –no confundir con la posterior seguiriya-, las jotas – origen de las alegrías flamencas-, las tiranas –en desuso desde inicios del siglo XIX-, o los tangos de ascendencia francesa y americana. Respecto a esto último no debemos pasar por alto la indicación de Núñez que nos habla de una primera noticia de tangos gaditanos en la temprana fecha de 1779.

La aparición del toreo moderno o a pie tiene también su origen en el tránsito del Antiguo al Nuevo Régimen. Y Cádiz posee, igualmente, un protagonismo de primera magnitud. Todo ello lo vemos reflejado en el capítulo de Alberto González Troyano. Nos habla el profesor de un anterior toreo, corrida caballeresca, basado precisamente en los valores nobiliarios que tenderán a desaparecer con los avances políticos, sociales y culturales. A cambio se fraguará un espectáculo donde se busca rentabilidad económica con el surgimiento de nuevas figuras como el asentista o el propio público como sostenedor del evento. El autor se pregunta por las claves que sustentarían que una ciudad, tan poco ganadera como Cádiz, sea, junto con Madrid, pilar de los inicios del toreo moderno. Y todo ello a pesar de esta característica y otras como la multitud de prohibiciones que rodearon la fiesta en las décadas Ilustradas. Es llamativa la conclusión de González Troyano cuando nos habla del ´plebeyismo´. La adaptación, sólo momentánea, y sin entrar en muchos detalles, de las formas clásicas populares servirá como oposición a los nuevos estilos europeos.

El libro finaliza con la firma que le daba comienzo: Alberto Ramos. En esta ocasión nos da a conocer el submundo de las tabernas y tiendas de vinos. Y lo llamamos así, porque ya Ramón Solís proveyó buena fe de los cafés, pero apenas se detuvo en estos establecimientos donde se daba buena cuenta de los vinos dulces y generosos, la manzanilla o incluso la cerveza. El autor da conocer la cifra de establecimientos en estos años o el nombre de los regentes así como el número de botas. Lugares, sin duda, de suma importancia social en el Cádiz de las Cortes. Quizás sin el buen gusto y prensa de los cafés pero constructora de la realidad que este libro viene a mostrarnos. Sabedores que faltan algunas muestras del ocio de aquellos años empero atentos a crear nuevas líneas de investigación que las traigan. Sumamos y seguimos estos saberes con el gozo de presentarse a cincuenta años vista de aquel clásico de Ramón Solís, pionero, en cierto modo junto a Adolfo de Castro, de los estudios de la vida cotidiana del siglo XIX gaditano.

1 comentario:

  1. Acabo de descubrir que en la página de Diputación de Cádiz os podéis descargar el libro de manera gratuita: http://www.dipucadiz.es/opencms/export/sites/default/dipucadiz/areas/presidencia/publicaciones/documentos_pdf/Ocioyvidadomestica.pdf

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